Lo que yo quiero decir es América Latina...

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lunes, 13 de octubre de 2008

Paraguay. De lo que es, no es o lo que fue.

Voy entrando a otro país, a su lógica especial y esta Latinoamérica tan mía no deja de sorprenderme con sus cosas. Me siento más latinoamericano que colombiano mismo, me siento más de todos los lugares por los que voy pasando y hace tanto tiempo soñé, recorro sus carreteras y soy testigo, la mayor de las veces mudo, soy testigo. Cada lugar me duele tanto como el siguiente por eso cuando veo dificultades y diferencias me siento más movido que cuando veo el candor y la fiesta que muchas veces son nuestro escape a lo que no puede ser. Paraguay me volvió a recordar una parte de lo que significa ser latinoamericano. De muchos lugares se puede decir que parece que el tiempo no avanzara, que estuviera detenido. Con Paraguay sucede algo particular, su tiempo no es el tiempo continuo, pero tampoco el detenido, es un avance de cauchera, hay un estiramiento momentáneo, un avance y luego si un tiempo detenido, es el reflejo de nuestros pueblos, ese impulso, esa fuerza que tenemos para, pero luego hay tantas tantas cosas que nos detienen y entonces el barco se queda a mitad de camino y va naufragando lento, sucumbe, nos volvemos anfibios que aprenden a respirar bajo el agua, bajo las eternas dificultades que nos sepultan, hasta que venga otra momentánea marea que nos saque a flote y venga otro efímero triunfillo. Después del gigante brasilero todo quedaba cerca, tudo fica perto como dirían allá. Así es como solo 330 kilómetros me separaron de la capital Asunción. Fui pasando rápido, con paso seguro en esa línea recta que me llevara a mi destino, al centro mismo del país, donde todo acontece, o no acontece según como se le mire, pasando por Juan Manuel frutos, Coronel Oviedo, Itacurubi de la cordillera, Caacupé. Fui atravesando pueblitos, pequeñas poblaciones, ciudades, en esas rectas de campos de soja, cultivos de yerba, la yerba del mate y el Terere, tan consumidos aquí. Terere frío y refrescante, Terere de todas horas, Terere costumbre, de menta o clásico, pero siempre rico. Un termo con abundante agua fría que dure bastante y la bombita con la yerba, siempre Terere, siempre Paraguay, así sabes quien es quien aquí y afuera. El mate lo dejamos calientito para la mañana. Así iba avanzando entre nuevos términos, por aquello de que somos lenguaje y el lenguaje es movimiento también. Un copetín, una despensa, una milanesa, una gomería, minutas, chipas, chipa guazú, lomiterias, tantas cuestiones por descifrar. Un Copetín que es un lugar donde venden comidas rápidas, osea, unas minutas y una minuta que puede ser una milanesa, que es lo que en mi tierra llamaríamos carne apanada y si te pinchas vas a una gomería osea a un montallantas. Lo otro son comidas para reafirmar aquello de la unidad, seguimos con la conexión del maíz, y la yuca. La yuca que es Mandioca aquí, la que te sirven en todos los platos, el acompañante de siempre, estamos alimentados por las raíces de la tierra, la misma que desechamos y ensuciamos hasta el cansancio y la inconciencia.
La cuestión del tiempo en suspenso se nota con fuerza en la capital, Asunción. Aquí me saludan viejos buses que me recuerdan a las provincias de Colombia donde esos antiguos artefactos todavía se pasean ofreciendo transporte eficiente, de algún modo todavía se mueven, sus latas truenan por todas las calles, aquí los buses “nuevos” son los del vecino país, los que brasil desecho. Latinoamérica es como el reflejo de una familia y aquella situación donde la ropa del hermano mayor pasa a la del más pequeño y así hasta que el resorte no aguante más, hasta que la transparencia aparezca y develemos nuestra humilde humanidad, tenemos que vivir todo prestado porque el desgrano de nuestras economías a manos de políticos ineptos; perdón el eufemismo, no da para más. Lo de los buses es solo una parte, pero no deja de asombrar, aunque por el golpe de cauchera también veo una Asunción que progresa bajo la sombra de su gran represa, Itaiupu, la más grande del continente, que provee luz y energía, también la venden, de ella se toma más que agua para transformarla en progreso cuando se quieren dar esos grandes pasos, invertir en educación, en el país. Así tenemos una Asunción con un centro limpio, organizado y unas construcciones que impresionan, en el panteón de los héroes descansa la sangre que se derramo en sucesivas guerras, como decía Roberto Zuco, todo héroe descansa y se yergue sobre sangre, es por eso que nunca me han gustado los héroes. Te sigues paseando por el centro histórico y te saluda el majestuoso palacio de gobierno, palacio de los López edificación bella, antigua, un poco más al lado esta el palacio legislativo, edificación nueva con ese modernismo tan forzado de espejos superpuestos que en este caso me sacan de casillas y me muestran la ceguera de quienes planean, lo digo por varias cosas. Al nombrado palacio lo cubren miles de espejos y justo en frente hay un barrio miserable de casuchas que se sostienen como pueden, literalmente en ese palacio se ve reflejado la miseria. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?, al lado de nuestro poder esta instalada la miseria que se sostiene por puro milagro, esa que ellos mismos edifican, su suntuosidad con el perfecto contraste de la pobreza que generan. Al lado del palacio de los López hay un pequeño parque con un sonoro nombre, “Plaza de los desaparecidos”, en la que un solitario hombre hace una huelga de hambre, ya lleva 28 días allí, yo espero que esa solitaria hambre tenga alguna minina repercusión, ya que todas estas hambres nuestras no han sido escuchadas. El primer día que recorrí el centro de la buena Asunción contabilice cinco manifestaciones populares en la calle. Los mismos temas de siempre, educación, transporte, terrorismo de estado, estampas comunes de un mismo mosaico. Como también hay espacio para las buenas sorpresas aprendo que Asunción tiene un puerto, ¡Ah los puertos!, barcos que entran y salen. Aquí no hay mucho movimiento, también hay otra huelga, pero eso no impide sentir el poder del agua, en este caso el agua de río que navegara camino a la mar, de los barcos que descansan para remontar aguas, del poder de una aduana, de lo que llega camino de las aguas en el puerto de Asunción.
El punto de encuentro amable siempre se dará con la gente, somos nosotros lo que construimos lo que en parte somos. Yo voy tratando de buscar eso que la gente tiene para dar sin tener que pedírselo, eso es lo que hace a un pueblo. Por supuesto Paraguay tiene mucho para dar. Repiquetean los teléfonos y muchos buenos amigos me dan la bienvenida a la capital, ya me la habían dado a la entrada al país y el camino también hizo lo suyo. En aquella estación de servicio donde pase la noche escuchando música colombiana, el recuerdo sonoro de la patria, el refresco local que me regalaran, mis primeras palabras de Guarani, la otra lengua del Paraguay, la que se me escapa de los oídos, la que no logro aprehender. Lengua como un fuerte, impenetrable para quien viene de afuera, lengua indígena, resguardos que se niegan a morir. Latinoamérica no muere, agoniza pero no muere. Hablaba de la gente, de la que todavía sonríe, Paraguay tiene una forma particular de sonreír ante las adversidades, su debilidad hace que mire un tanto hacia fuera, es común, cuando no tenemos de que asirnos miramos hacia fuera en vez de construir para dentro. Cerveza extranjera, modelitos importados, mucho bar ingles e irlandés, la gran paradoja, venerar a quien fue verdugo hace tiempo y quebró el puente del verdadero progreso cuando se era prospero y solo se quería buscar una salida al mar, tener un pedacito de cielo y terminar vilmente aplastado. La historia hace sus fisuras que el ejercicio de la memoria tiene que reparar, eso se reclama aquí y en todos nuestros pueblos, quiero irme de Paraguay y que cuando vuelva me encuentre al tiempo rodando junto con la gente no siendo aplastados en silencio por el, quiero un país que se mire de verdad y no solo al encuentro de once jugadores tras una pelota, hay que recordar que la patria definitivamente es y tiene que ser otra cosa.

1 comentario:

ines dijo...

hola, me parecio muy emotivo y realistico tu relato ,es como si me hubiera transportado al lugar, felicitaciones por tu audacia.
ines