Lo que yo quiero decir es América Latina...

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jueves, 27 de diciembre de 2007

Vos al menos te vas

Esta es la voz de mis semejantes y cada vez que saco a relucir este descabellado proyecto, vuelve esa eterna sentencia “vos al menos te vas”, pienso en la huida, pienso en tantas cosas, pienso en la distancia, en la certeza de los actos, en los salvavidas, en los botes que se desinflan, en aquello de “las mujeres y los niños primero”, pero este bote que algunos creen firme es una barca vieja y porosa comida por los sueños y el tiempo, los sueños que crean deseos que son nuestra perdición y el tiempo que cura las heridas sin dejar de hacer otra fisura en el alma. Tal vez vaya a hundirme irremediablemente, nadie lo sabe, lo único que espero (y dale con la maldita esperanza) es poder cruzar algunos ríos, llegar a alguna orilla así no este muy lejana, al fin y al cabo lo que importa es el camino no la llegada. Este bote parece ser la salvación, pero todos sabemos que la salvación es la eternidad, o esta en la eternidad o en la algún lugar que ya alguien olvido. El camino parece ser la salvación, mis semejantes talvez no hayan visto el camino; parece me digo yo, que ya la he visto, al menos siento que la he vislumbrado y esa parece ser la única salvación, esa es la consigna que remite a la sentencia de…”vos al menos te vas”, sentencia que presupone varias cosas, la salvación del que parte, el tedio de los que se quedan, la angustia de la distancia, tantas y tantas cosas que solo serán resueltas o por lo menos evidenciadas con la partida. No dejo de pensar en esa sentencia, revolotea en mi cabeza como miles de pájaros enjaulados en una jaula de tamaño familiar, cada una de sus partículas no deja de rebotar en mi testa y por efímeros instantes me hacen sentir un ganador que va por su trofeo al culo del mundo, por otros, como ese dictador que va a aplastar el mundo entero en dos ruedas, mientras muchos se quedan aquí con sus cadenas y sus angustias. Las muchas más de las veces es el sentimiento del ser que anda más perdido que todos y que nada encontrara porque nada busca, porque nunca supo leer brújulas ni mapas, que los trazos de los caminos que lee constantemente en la cartografía que lo desvela solo son líneas de un eterno laberinto al que saldrá a perderse cuando muchos creen que va a su salvación. No dejan de repetirse las mismas palabras, huida salvación, lucha, fatiga, desesperanza, camino, búsqueda. Caminos chuecos agregaría yo, perdidas kilométricas, otra de las tantas formas de ir muriendo que busca el ser humano, que es lo único que busca, lo único que saber hacer, que puede hacer, tratar de llenar los inmensos vacíos de su existencia con esas cosas que cree verdaderas para esperar el momento de la real partida. Yo quiero llenarla de otra forma, es cierto, una forma no muy convencional, ir al camino en dos ruedas y perderme tal vez eternamente solo para hallar más preguntas que no me digan nada, volver a intentar leer las páginas de un mundo que apenas se esta escribiendo así tenga miles de años de historia, descifrar jeroglíficos en los rostros de la gente, detectar los códices impresos en la calle de una nueva ciudad, volver, volver sobre lo mismo de aquí en todos los lugares del mundo, recordar las hermosas palabras de kavafis en su poema “La Ciudad” :
No encontrarás otra tierra, otro mar.
La ciudad te perseguirá.
Caminarás las mismas calles, envejecerás en los mismos barrios,
en las mismas casas encanecerás.

Aquí terminarás, no esperes nada mejor.
No hay barco para ti, no hay camino.
Como has destruido aquí tu vida,
en esta angosta esquina de la tierra,
así las has destruido en todo el mundo.

Oh poetas del mundo que ya han sabido sufrir, es decir, vivir. Oh eternos poetas cantando las desgracias de todos los hombres, poetas que ya se fueron, lectores de todos los mundos, trotamundos de las sensaciones, sujetos que no supieron quedarse nunca en ningún lugar, que profundizaron en su vida para poder ver las de los otros, ser el otro, ser el vidente. Se fueron como me quiero ir yo, como quiero descolocarme, ponerme en otra parte, donde todas las voces de mis semejantes me sigan resonando, donde mi sombra los cobije y haya de acompañarlos para que ellos me acompañen y también se vayan y vayan dejando a los otros para que así estemos mas cerca de todos, no de mi que de seguro ya estaré muy lejos, si no mas cerca de ellos mismos para que tengamos todos de que conversar en un dialogo que nos diga todo y llene por fin el vacío que nos acompaña a todos. Vos al menos te vas, pero espero que tú no te quedes. Que cada quien encuentre su camino sea cual sea, que no haya ganadores que apesten con su hedor a triunfo mal ganado donde solo reina el temor, que salgan todos juntos a perder a perderse para que ganen un pedazo de valor, algo de vida y decir como dijo Van Gogh a su hermano Theo en una de sus bellas cartas: “Quien trate de salvar su vida perderá, pero quien la pierda por algo elevado, aquel la encontrará”.

Oda a la Negrita

Como todos los buenos amores me enamore de vos antes de conocerte. Tu hermano en las clases aquellas de ingles de hace tanto tiempo me contó como habías llegado a sus manos y lo feliz que andaba con vos. Yo empezaba a fantasear con tenerte, con andar con vos, con rodar contigo por tantos lugares, fue como empezaste a ser una fantasía para mí. Cada vez me llegaban con alguna noticia tuya y yo me emocionaba, a la vez que sabía que sería tan difícil tenerte a mi lado. Era fácil quedar deslumbrado por tu figura. Por aquellos días se paseaban por estas calles, figurines, imitaciones baratas de tu hermosa figura pero yo seguía con tu imagen, la única, pensando que podía compartir un pedacito de vida a tu lado. Como no quedar preñado con tus formas. Esa piel negra intensa, esa rigidez en tu cuerpo y a la vez una esbeltez que no reñía con tu conjunto. Había que saberte mirar, siempre he pensado que hay que saber mirar, pienso también con una infinita tristeza que de todos los sentidos que nos han ido aniquilando bajo la uniformidad, la mirada a sufrido una considerable mutilación y el ojo a olvidado captar los detalles, todo para meter en formas generales cuantas cosas podemos admirar . Un leve barrido y la forma queda registrada bajo una ligera mirada. Gordo, feo, bajito, simple, blanco, negro y ya queda despachado el objeto. Podemos dejar pasar por algo lo delicado de unos dedos finos, de pronto, en un cuerpo gordo. Son miles las posibilidades si observamos el detalle, pues a “simple vista” se nos escapa la vida. Fue por todo eso que tu cuerpo me acogió cuando te vi. Y es que era fácil empezar a mirarte mientras desfilabas tan coqueta y a la vez con ese aire de sumisión pero sobrándote toda la dignidad del mundo, porque aunque te sabias pesada y rígida, te movías con el viento y por supuesto, enamorabas a tu paso. Yo lo sabía, sabía que enamorabas, ya tenías muchos adeptos, no se podía negar que había en muchos eso tan horrible que llaman moda, pero como a mi nunca me ha ido aquello de estar a la moda se que mis amores son naturales y que como dicen los celtas, “nunca llego a la hora apropiada…”, siempre tarde, siempre tarde. Tarde llegan los amores, la vida, siempre tarde para ver el barco que acaba de partir, ese que nos iba a llevar al lugar que tanto queríamos conocer, siempre anclado en el puerto, siempre allí tan melancólico viendo como se pierde la vida. Por eso te quería tanto, por eso te anhelaba de esa manera, por eso ardía de envidia en saberte dueña de otro. Siempre supe que eras vía de escape en este estancado mundo, supe que eras libertad y que tu ser, mas allá de lo obvio era movimiento y ligereza. Compañía de siempre, dadora de otros mundos, de miles de espacios, tu cuerpo invitaba pero no consumía, por eso fuiste un amor real. Yo seguía fantaseando y como todo mal mortal esperaba. Esperar, esperar, esperar, acción tonta y vacía de esta raza. No esperar como puede esperar uno que caiga la tarde, un acto desinteresado, bello, transparente. Esta espera estaba condicionada y tenía un afán enorme. Pero como todo en esta vida, o casi todo, sucede sin pensarlo, en una transacción del destino nos vimos rodando juntos. Mi negra, negra de mis eternos amores, mi compañera de siempre, la de tantos trayectos a la felicidad, la de ninguna caída más que la del juego y aquella vez que nos apalearon, la inmaculada, la coqueta que levanta miradas y recibe propuestas indecentes en mi presencia, la que sale contoneándose y no se deja comprar, la que sabe lo que vale y por que lo vale, la que no se presta, la que no carga más que con su peso, esa negra sin par es mi bicicleta. Bicicleta mujer, capricho de ser, ruedas grandes para navegar, guardabarros para la elegancia y el estilo, melodías al pasar, vieja campana que ya no esta, comodidad para transitar, mantequilla sobre el pavimento. Cuantas cosas no hicimos cuando nos vimos juntos, de cuantos caminos no fuimos testigos en el cansancio y la fatiga de quien todavía no sabe transitar, pero que viaja despacio y como dice el maestro González se detiene donde lo coja el amor. El amor en tan diferentes formas de cómo lo puede ver cualquiera y con vos si que lo vi diferente, por ejemplo en estas eternas noches de Medellín, camuflándonos por los paisajes urbanos al son de cualquier tonada, en esas escapadas que duraban horas recorriendo esta ciudad como fantasmas para escapar del asecho de la casa. O que decir de los trayectos que creímos eternos pasando de un municipio a otro por fronteras invisibles, mirando al frente un camino que se hacia eterno como esos cuerpos de mujer que se creen infranqueables para luego pasar suavemente por el lomo del asfalto y sentir esa hermosa sensación de placer, rozar ese cuerpo, coronar, sentirse en la cima del mundo y disfrutar. Ya no quiero recordar más por el momento, quiero quedarme con este buen sabor de boca de tu presencia y tu memoria, pues llega el momento de decir hasta pronto ya que en ti no caben los adioses, es el tiempo de dejarte en buenas manos, en las mejores que puedas quedar mientras a mi me es dado imprimir otro peso en mi vida y rodar con otro aire por caminos insospechados donde tu esencia me acompañara. Negra de mis amores y mis andanzas hemos de volver a encontrarnos y seguir andando, para decirle al mundo que la lentitud y el movimiento se ven mejor desde tu lomo, en dos ruedas y esos caminos que ilumina tu farola. Rodando hasta siempre mi negra.

domingo, 18 de noviembre de 2007

La vida esta profundamente ligada a la muerte. Cada día que nace ya están muriendo miles de cosas con el. Muere una brisa, los rayos del sol que perezosos van sucumbiendo, es el ocaso una lenta agonía. Es el fin de una comida una muerte de la descomposición. En un estornudo salen a la vida microorganismos que mueren en un absurdo choque de iluminación con la materia aire. Son las infinitas despedidas muertes en sostenido, una despedida es la muerte más triste, es una agonía, es la muerte que se quedo mirando al horizonte con ojos de ciego. Llama la muerte a la puerta innumerables veces en el día y parece que no le escucháramos, retumba en nuestra casa vacía de muerte, sube por las escaleras oliendo vestigios de vida que quiere apagar. Cerrar los ojos es morir un poco, es liberarse para encontrarse en otro espacio donde nos llama la parca y nos invita a beber con ella, nos quiere embriagar, endulzarnos este amargo cuento cotidiano con sabiduría, pero somos tontos y nos aferramos a la pasajera vida sin escucharla, sin mirarla. En otro tiempo decían, en esta ciudad rondaba más la muerte, en otro tiempo decían, la muerte tenia un espacio privilegiado y las esquinas eran puntos de encuentro para desparramarse en vida, pero otros dicen que ahora a la muerte le llego su tiempo, la estadística dicen a acabado con la muerte, pero la estadística es un rumor que la vida puso en los labios de algún grupo de insensatos, pues la muerte se niega a morir en los sitios donde ya ha hecho nicho. Yo la sigo viendo en cuerpos que mueren cuando no sienten la melodía que los va llamando al encuentro, porque su disco se les ralló, se envolvieron en viejas cintas electromagnéticas, pura vieja fidelidad, porque para quienes acogemos la muerte, esta nos rueda por el lado tronando fuerte, martillando el tímpano en un interminable traqueteo, dale que dale. No se puede liberar a quien no se supo cautivo, quien no ha visto la piel de la pelona, quien cree que todo termina en campos santos regados de flores marchitas y adornos de mal gusto, no, todo ha terminado desde el comienzo y fue lo que no quisieron entender y como no supieron vivir tampoco sabrán que es morir, por eso no entenderán todas las muertes que se suceden en el día y en la carretera no verán cuantos insectos sucumben en el vidrio delantero solo por ver las rayas laterales despintadas marcando el camino de la vida, de una vida que no ha nacido.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Contemplación

¿A un árbol, una planta, algún animal casero que duerma su siesta tranquilo, un atardecer tal vez, al astro sol que no se cansa de salir todos los días, a la hermana luna que crece y decrece abrigada por un cielo oscuro lleno de pequeños espectadores que son las estrellas?, una contemplación, una mirada, un vistazo…nose…¿a que? ¿A una imagen, al horizonte, al recuerdo quizás, al lago y sus diminutas vetas, al viejo mar que hace tiempo no veo, al amigo lejano que sigo recordando, al amor que cruzo el océano, a la mascota que dejo materialmente de existir pero que todavía sigue durmiendo perezosamente en mi cama?
Contemplo a este pedazo de hombre que parece ser un leño seco…un tronco caído en combate por la fuerza de la naturaleza. Leño seco fuente de vida, paradoja de la existencia, albergando bichos, animalitos, plantas, hongos…fuentes de vida. Tronco reposo, hueco….hace poco supe de un lugar en el que un árbol; por demás gigantesco, al cual un hongo devoro sus entrañas (bella imagen, pensemos en ese ser comiéndose a otro en una especie de armonía parasita, avanzando y propiciándole esa otra forma de vida que es la muerte), las devoro por completo, pero el árbol seguía allí, de pie, como mueren los árboles y entonces después de este frugal acto de la naturaleza, el árbol fue casa, fue casa por siempre para un eterno grupo de murciélagos, que siguieron hablándole a sus entrañas, conviviendo en el día de cabeza al mundo y dejando caerse en la noche para dejar dormir al árbol.
Supe de otro árbol que tomo por asalto el que tiempos atrás fuera un templo, una iglesia, que se yo, eso también se olvida y se toma por asalto, la memoria, esa fragilidad, lo importante aquí era recordar, volver a pasar por el corazón esas imágenes de una vieja mole de cemento a la que la naturaleza por medio de unas poderosas raíces le recuerda que es parte de la tierra, que ellas ahora lo abrazan por todos sus flancos y la vieja casa queda como un espacio fantasmal pero hermoso a la vez, se funde en una cierta armonía cemento, madera, savia, vida…vida a través del tiempo, de la muerte que transforma y nos da otra imagen, albergando una nueva composición.

Contemplo, me contemplo, soy leño seco, hueco, dador de vida, inmóvil, fuente de hongos y plantas que se nutren de mi sangre, la que en un tiempo fue activa, savia que corría rápido de la cabeza a los pies y me hacía mover ligero, ahora, de alguna forma trato de disfrutar este extraño estado de “petit mort”, un cambio ligero hacia otro estado que no se donde me llevara, me miro de refilón en cierta sombra proyectada a una hora no nombrada del día cuando se abren las puertas de ninguna luz.